La familia verdiblanca del Grujoan
La entidad ovetense crece cada año y ya cuenta con más de 200 futbolistas repartidos entre trece equipos de todas las categorías
La familia verdiblanca del Grujoan
El Club Deportivo Grujoan ha crecido en los últimos años, no sólo en cantidad, sino también en calidad. La entidad ovetense fue fundada en 1960 por Luis Oliver y cuenta en la actualidad con más de 200 jugadores, repartidos entre trece equipos que militan en las diversas categorías del fútbol asturiano.
Para competir esta temporada, el club formó tres nuevos conjuntos: un infantil y dos de pista -el benjamín y el prebenjamín que hasta ahora estaban sin federar y que participaban en los campeonatos escolares-.
El club ha logrado mantener a varios equipos en sus respectivas categorías, un hecho que les ayuda a mejorar el nivel futbolístico. Es más, la mayoría de ellos comenzaron el presente curso con buenos resultados y se mantienen en la parte alta de cada clasificación.
El sénior es tercero, con opciones de ‘play-off’ a primera regional. Del mismo modo, el cadete A comenzó el año con buen pie y el infantil A es tercero, con opciones de ascenso a primera. Sin olvidarse del alevín A, quinto en su grupo. Incluso los debutantes benjamín y prebenjamín se mantienen en la zona noble. Por su parte, el juvenil A es el que mayores apuros puede pasar para mantenerse en segunda y deberá pelear por escapar del descenso.
El resto de plantillas -un juvenil, un cadete, dos infantiles y dos alevines-, en tercera, comenzó el año con suerte dispar. Estos grupos mantienen la filosofía de formar jugadores y de dar la oportunidad para que todos puedan jugar al fútbol.
Recientemente, la familia verdiblanca logró en total, y en una misma jornada, nueve victorias y dos empates, una buena muestra del trabajo bien hecho. Con todo, por el momento en el club se marcan tan solo un objetivo: consolidar a cada equipo en la categoría en la que compite actualmente. «Que no pasen ningún agobio. Y, luego, ya habrá tiempo para dar otros pasos», explica su presidente, José Rivera. En toda esta infraestructura destaca la labor de Chema González, el coordinador deportivo. Chema lleva cuatro años dentro del club y, tal y como asegura su presidente, «él es el verdadero artífice de que la entidad esté creciendo».
La idea de futuro pasa por nutrir al equipo regional con jugadores jóvenes que salgan de la base y hayan pasado por las categorías inferiores. El Grujoan es un club de los que prefieren contar con plantillas amplias, para evitar llegar al final de la temporada con escasez de jugadores. Gracias a los buenos resultados, es fácil atraer cada año a más jóvenes. «La gente ve que se está arriba peleando en las categorías inferiores y eso hace que sean los propios jugadores los que se ofrecen al club, no tenemos que ir a buscarlos», indica Rivera.
Los Castañales crece
El Grujoan entrena y juega en el campo Luis Oliver, situado en el complejo deportivo Los Castañales. Uno de los deseos de la entidad está a punto de cumplirse, ya que verá como estas instalaciones municipales pronto serán ampliadas. «En este momento están construyendo al lado del campo dos canchas de pista y un campo de fútbol-8», asegura el presidente. Las obras empezaron hace un mes y cuando estén terminadas, los entrenamientos podrán estar más repartidos.
Cuando las obras concluyan y las instalaciones sean más amplias, el club podría seguir creciendo. La puerta a la creación de nuevos equipos en temporadas venideras se dejará abierta. «Pero tampoco pedimos más ahora mismo, somos privilegiados en ese aspecto», afirma Rivera.
Cuando algún jugador del Grujoan despunta en su equipo, suele pasar a las categorías inferiores del Covadonga, y de ahí, incluso, a competiciones más altas. «Si un jugador marca la diferencia, suele ir al Covadonga porque tiene equipo en todas las categorías de primera», señala el presidente. De esta manera el jugador puede continuar con su formación a un nivel más elevado. «Y de ahí, a lo mejor pueden dar el salto a alguna categoría de renombre o incluso a nivel nacional», desea.
Uno de esos futbolistas que ya lo logró en su día fue Pablo Suárez, quien se formó en las categorías inferiores, hasta cadete, y que posteriormente llegó a debutar en Primera División con el Real Oviedo, cuando Radomir Antic lo dirigía desde el banquillo.