Regional 2 – Covadonga “B” 0
Victoria de prestigio del Regional en el Luis Oliver que tras un encuentro muy disputado consigue tres puntos muy importantes que le permiten engancharse definitivamente a la zona alta de la tabla.
Jornada dominical para no perderse en el Luis Oliver donde el encuentro entre el Regional y el Covadonga constituía uno de los platos fuertes de la jornada para los aficionados del club verdiblanco, que a la postre no defraudaría en absoluto y colmaría ampliamente las expectativas del respetable. El Guru, tras un inicio dubitativo de la competición donde las cosas no acababan de salir como se esperaba y los resultados no acompañaban, comparecía a este choque inmerso en una buena racha de victorias y sensaciones, enfrentándose al que sin duda constituye el rival a batir de la categoría esta temporada por presupuesto y expectativas, con la necesidad de sacar algo positivo para no descolgarse de forma preocupante de los puestos cabeceros. La empresa se presumía ardua, pero también ilusionante ante la perspectiva de un encuentro bonito en el que a todo jugador le gustaría participar, por lo que los jugadores locales saldrían con la máxima confianza en sus posibilidades decididos a defender con gallardía el escudo del Club Deportivo Grujoan con humildad y sacrificio.
Durante los primeros compases sería el cuadro visitante el que dominaría la situación, tratando de poner cerco al marco de la portería defendida por el concentrado Carballo, un dominio que si bien no se traduciría en un asedio agobiante, sí que provocaría que los azulones gozaran de varios saques de esquina en los que los jugadores locales no darían opción alguna al remate y abortarían con eficacia, concentración y seguridad. No obstante, el Covadonga dispondría de una buena oportunidad en una jugada embarullada donde un balón rechazado fue golpeado en segunda instancia desde dentro del área local, en posición ligeramente escorada a banda derecha, en un remate raso y cruzado buscando el palo largo que un raudo Carballo contrarrestaría con su manopla derecha en una acción decisiva y llena de agilidad que marcaría la diferencia en el devenir del encuentro, tal y como hacen los grandes porteros en los partidos importantes.
A partir de entonces el Grujoan comenzaría poco a poco a estirarse ganando metros y protagonismo, según el belicoso Gómez y el centurión Íñigo conseguían controlar la situación en la zona ancha y lograban conectar con el batallador Romario y el implicado Mayo, que se vistieron de obreros sin dejar de lado el violín y tuvieron una cuota muy importante de responsabilidad en la solidez del cuadro local. Entraría el encuentro de todos modos en una fase de equilibrio en lo que a ocasiones manifiestas se refiere, ya que ambos equipos se respetaban lo suficiente como para no atreverse a arriesgar en demasía, y las defensas se impondrían a los atacantes, llegando las oportunidades con cuentagotas. La más clara para los locales sería en un golpe franco a un metro escaso del área visitante, incrustado en la media luna y ligeramente orientado para un perfil zurdo de golpeo, de tal modo que si Mayo la hubiera soñado la noche anterior, no la hubiera colocado en otra posición. Sin embargo, marraría estrepitosamente la coyuntura con un disparo suave y sin mordiente, que se perdería flotando inofensivo por encima del larguero ante los suspiros resignados de la afición.
Ninguno de los dos conjuntos lograría anotar hasta el intermedio, dejando la resolución del encuentro para la segunda mitad, aunque Miguelín, el mosquito verde del Grujoan, no dejaría de intentar explotar su velocidad y su desborde una y otra vez, consiguiendo siempre sacar cosas positivas para su equipo en forma de faltas y tarjetas amarillas. No conseguiría sin embargo penetrar el entramado defensivo visitante con su aguijón para asestar uno de sus letales picotazos, pero el destino le tendría reservada más adelante una gloria mucho mayor, como hace siempre con aquellos que lo intentan sin desmayo. El Covadonga no dispondría tampoco de llegadas nítidas a la meta local, y los pocos acercamientos que intentarían serían siempre abortados por la inconmensurable línea defensiva del Guru, donde el imperial Domínguez y el omnipresente Manu por el centro, junto con el “siete pulmones verdiblanco” Sergio y el disciplinado René por las bandas, controlarían la situación sin mayores apuros.
Se llegaría con el resultado inicial al intermedio con todo aún por decidir, siendo ambos conjuntos conscientes de que el encuentro se decidiría por algún detalle donde el que se adelantase en el electrónico tendría mucho ganado. Mantener la concentración se antojaba por lo tanto fundamental, y se hacía necesario conservar la seriedad y no cometer errores, mientras el cansancio iría previsiblemente poco a poco haciendo mella en los rivales y abriendo las defensas, en una segunda parte que se preveía no apta para cardíacos. El Grujoan efectuaría una sustitución en el descanso, donde el expeditivo Gómez, ya con tarjeta amarilla, dejaría su lugar al veterano Miguel F. R., que ocuparía su lugar en el centro del campo tratando de transmitir su jerarquía.
La segunda mitad comenzó con un guión bastante similar al de las postrimerías del primer acto, y si bien ninguno de los dos contendientes puede decirse que controlase a placer el encuentro, sí que se podía sentir que el Guru se iba creyendo cada vez más que podía ir a por el partido, y era cuestión de tiempo el que gozase de alguna ocasión donde desnivelar la contienda. El verso suelto René, muy sobrado en tareas defensivas, comenzó a adueñarse de la banda derecha, y sus desdoblamientos cada vez eran más frecuentes, sacando siempre el balón desde atrás con clase y parsimonia, y dejando algunos detalles técnicos que harían las delicias del respetable. El infalible Sergio echaba igualmente el candado por su flanco, colaborando en la salida del esférico y anulando completamente a su par. Mientras tanto, en su línea habitual, el sensacional y seguro Manu, el alma de este equipo, abortaba con oficio e inteligencia todos los intentos de los visitantes, secundado por el conmovedor Domínguez, que a esas alturas del encuentro ya se resentía de las molestias que venía arrastrando días atrás y que pusieron en duda su participación en el choque. El estratega Íñigo impartía un clínic de cómo debe jugar un mediocentro, siempre ofreciendo soluciones a sus compañeros, con calidad y tranquilidad en la entrega, junto con el rigor en la recuperación y el repligue, erigiéndose en el ancla que el Guru necesitaba para ir a por el partido, mientras que a su lado, el experimentado Miguel F.R. ponía su talento y su capacidad de cambiar la orientación del juego al servicio del grupo, a lo que unía su dominio del juego aéreo y de la ocupación de los espacios. El fino y talentoso Romario, sin perder sus señas de identidad en la distribución y el pase al hueco, ofrecía una estampa inspiradora con su lucha sin dar un balón por perdido en ningún momento, mordiendo al rival en cada acción dividida y llevando a cabo un derroche físico en una faceta no habitual en él, haciendo gala de un compromiso intachable. El motivado Mayo aparecía cada vez más entre líneas con sus acciones imprevisibles, atrayendo cada vez a más defensores sobre él, mientras que el combativo A. Ruiz, peleando con la zaga rival sin descanso, esperaba su oportunidad a la par que ofrecía al equipo el trabajo que necesitaba, y el habilidoso Miguelín percutía una y otra vez partiendo desde el carril del 7 con una insistencia que tarde o temprano daría sus frutos.
Acontecería entonces la jugada que cambió definitivamente el signo del encuentro. En un balón largo que parecía que no entrañaba peligro alguno, el hercúleo A. Ruiz cuerpearía sin miramientos contra su par, 80 kilos de músculo y acero del mejor delantero de la categoría libra por libra que harían inútiles los esfuerzos del impotente rival por detener su avance, propiciando un mano a mano que malograría en primera instancia; sin embargo, disputaría con casta el rechace, consiguiendo dirigir de nuevo el esférico a la portería contraria, que se estrellaría lamentablemente en el poste derecho de la misma. No terminaría ahí la jugada, pues sería de nuevo el propio A. Ruiz el que recogería de nuevo el rebote en línea de fondo, haciendo gala de un pundonor digno de elogio, colgando un centro pasado al segundo palo que recogería el clarividente Íñigo, levantaría la cabeza con tranquilidad, parando el tiempo, y filtraría un centro raso y fuerte al primer palo, donde Miguelín, la finta y el sprint, la fe y la calidad, remataría en un gesto técnico precioso con su espuela consiguiendo colar el balón por el primer palo en un desenlace inesperado, dejando desmadejados por el suelo a defensa y portero visitantes, que nada pudieron hacer para evitarlo. Celebraría con rabia el 9 del Guru el tanto, tan importante como bello en su ejecución, demostrando que lleva el gol tatuado en el alma, uniéndose en piña el equipo al completo festejando una acción en la que el espíritu y la constancia de todos fue tan importante como la propia calidad en la ejecución.
Restarían aún bastantes minutos por disputarse y la decoración de la contienda cambiaría por completo, ya que el Covadonga, ahora sí, no tendría otro remedio que lanzarse a por el partido sin miramientos. Era el momento de mantener la calma y competir con templanza, donde los grandes jugadores con personalidad se erigen como faros, dando soluciones a sus compañeros, sin que les queme el balón en los pies ni cometan errores en zonas peligrosas. Ni uno solo de los jugadores del Grujoan se escondería, pidiéndola siempre, queriendo el balón, y empleándose con contundencia cuando era necesario. Pocos minutos después llegaría la otra jugada decisiva del choque, en un saque de esquina por banda izquierda donde Mayo, la clave Mayo, centró con su zurda poniendo un balón de oro en la frontal del área pequeña, allí donde se elevaba el conmovedor Domínguez, el corazón del Grujoan, que saltaría por encima de todos con su melena morena ondeante, llegando donde nadie más llegaría, cual Coloso de Rodas con su piel cobriza y su pecho de bronce, colocando un testarazo picado imparable, que significaría el segundo gol de los locales, el gol del Luis Oliver, el gol de todos.
No podría más el bravo Domínguez, que tras el esfuerzo del gol anotado no sería capaz de continuar, habiendo puesto el último gramo de fuerza que le quedaba en su majestuoso salto. Las molestias que venía arrastrando en sus gemelos le obligarían a abandonar el terreno de juego, cojeando con épica, señalándose con orgullo el escudo de la camiseta que tanto significa para este chico tan grande que lleva en el Grujoan desde alevines y que ojalá sea eterno. Sería el joven Christopher el que entraría en su lugar, el 7 del Guru, otro de los nuestros, que con su talento contribuiría de manera fundamental a mantener la pelota y trenzar posesiones largas, sin entregarse al rival. El soldado Miguel F. R. ocuparía el lugar de Domínguez en el centro de la defensa, con aún mucho partido por delante, cumpliendo con nota su cometido, empleándose con astucia en cada lance, y demostrando que al fútbol se juega con la cabeza tanto como con los pies.
Durante los minutos restantes el Covadonga trataría de levantar el resultado, pero el partido se había puesto demasiado cuesta arriba para ellos, mientras que el Grujoan se sentía con confianza y trataba de dominar la situación y no encerrarse excesivamente atrás. Dispondría de alguna ocasión el cuadro visitante, pero todas ellas se fueron al limbo, fueron detenidas por situaciones de fuera de juego, o en última instancia fueron abortadas por el buen hacer del imbatido Carballo, que afortunadamente no tuvo que protagonizar acciones demasiado peligrosas, y que además siempre ofrece soluciones a sus compañeros con su espectacular juego de pies. Los hombres que entraron desde el banquillo en los minutos restantes, el mágico Ángel y el agresivo Luis, colaboraron de manera importante en que el Guru no pasara excesivos apuros, junto con el apoyo inquebrantable del providencial Robledo y el resto de jugadores que por un motivo u otro tuvieron que dar su aliento desde la grada, sumando siempre para la causa común. No se movería el marcador hasta el final, y el encuentro terminaría con la victoria de los locales por dos tantos a cero en un partido muy bonito y emocionante para los atestados graderíos del Luis Oliver.
Tres puntos importantes para los verdiblancos, que se enganchan definitivamente a la zona noble de la tabla, donde la igualdad es máxima en estos momentos. Después de un inicio de campeonato más que discreto, al fin parece que se ha conseguido dar con la tecla y el equipo progresa cada día más, estando en situación de competir contra cualquiera. La victoria tiene además el valor extra de haberla conseguido contra un rival que a priori debe estar en lo más alto por muchos motivos, pero en esta ocasión la balanza se descantó para el Grujoan, demostrando que la ilusión y las ganas pueden con todo. A destacar el titánico esfuerzo de todos los chavales, que llena de orgullo a toda la familia del Guru, en un encuentro que deja algunas imágenes para el recuerdo. Durante las próximas semanas el Regional afronta una serie de partidos donde debe sumar una buena cantidad de puntos y donde debe seguir escalando posiciones, pero en ningún caso se debe caer en el error de confiarse y no salir enchufados al 100%, o de lo contrario no servirá de nada lo conseguido en este encuentro. Este es el camino a seguir y hay que seguir trabajando.
Mucho Guru!