Un referente del Grujoan
Carlos Bango, más conocido como “Carli”, lleva cuatro décadas trabajando por el club ovetense al que llegó con 15 años gracias a Luis Oliver, su fundador
03.05.2013 | 02:16
Lleva tantos años en la entidad que muchas veces ni se acuerda de cuando empezó.
Es Carlos Bango, más conocido como Carli, una persona que se ha dejado la piel y media vida por el Grujoan, uno de los clubes más emblemáticos de Oviedo. A Carli le cuesta hablar, es de pocas palabras. Y más cuando «me hacen este tipo de encerronas», dice, entre risas. Son las 16.30 horas de un día cualquiera por semana y Carli lleva ya media hora en el campo. Es el primero en llegar. Y así casi todos los días. Antes de la conversación, Carli posa para las fotos mientras los primeros chavales saltan al césped para entrenar. No faltan las bromas, pero él las encaja bien. «¿Qué tienes sesión fotográfica Carli?», dice uno de los jóvenes futbolistas. «Esa foto para la portada», añade otro.
Con el paso de los minutos, Carli se suelta, coge algo más de confianza y recuerda cómo fueron sus inicios en el club. «Empecé en el Grujoan con Luis Oliver», señala. De eso ya han pasado más de 40 años, cuatro décadas, en los que Carli ha vivido multitud de experiencias y anécdotas como para escribir un libro. Cuando se le pregunta por Luis Oliver, el fundador del club, Carli lo tiene claro: «Éramos vecinos, Luis era una gran persona», comenta.
Carli lleva trabajando por el Grujoan desde que tenía 15 años. Y le ha tocado realizar todas las labores, sobre todo en los anteriores campos donde jugó el equipo ovetense. «En El Mirasol, que estaba en la Avenida del Mar, y en Las Torres me tocaba pintar el campo, pasar el rodillo, encargarme del material, de la ropa, de los vestuarios», relata. Ahora la situación ha cambiado. Más que nada porque el mantenimiento del césped sintético es más sencillo. «Antes era más complicado, había menos medios», subraya. Eso sí, no le falta trabajo. Carli llega todos los días al Luis Oliver, en el complejo Los Castañales, a las 16.00 horas y se va alrededor de las 21.30. Es su jornada laboral por semana, porque cuando llega el sábado y el domingo se pasa casi todo el día en el campo. «A mí me toca abrir el campo y es el presidente el que cierra», aclara.
Carli no sabe la cantidad de futbolistas que vio pasar por el Grujoan a lo largo de estos años. Pero se acuerda de uno: Pablo Suárez, ex jugador del Oviedo. «Era un buen chaval y ya se le veía que podía llegar lejos, era otro tipo de jugador», argumenta. Carli también hizo sus pinitos en el banquillo, aunque no durante mucho tiempo. Entrenó al cadete y guarda un buen recuerdo de la experiencia.
El Grujoan cuenta con diez equipos en competición. Desde el Segunda Regional, hasta los alevines, pasando por los juvenil, cadetes e infantiles. Para Carli, la filosofía del club no es otra que «los chicos se diviertan jugando al fútbol». De todos los equipos, Carli señala al juvenil A como una de las joyas de la entidad. «Me gustaría que ascendiera de categoría», indica. Al margen del carácter competititivo, Carli destaca por encima de todo «el trato excepcional de los chavales». Y no es para menos, porque no hay jugador que no le salude o tenga un gesto amable con él.
Con el paso del tiempo, una idea sobrevuela por la mente de Carli: la retirada. Y no es la primera vez que lo piensa. «Son muchos años aquí, ya estoy cansado. Tengo pensado dejarlo esta temporada o la próxima», apunta. Lo que no sabe es si le dejarán, porque Carli es una institución en el Grujoan. «Ya veremos», dice, mientras esboza una sonrisa.
Si al final se consuma su retirada Carli comenzará una nueva vida, una nueva etapa, pero siempre bajo un mismo recuerdo: los 40 años que pasó en el Grujoan, el equipo al que le dedicó toda una vida. ¿Seguirá viniendo al campo? «No lo sé, eso ya lo veremos», reitera. Seguro que, aunque no lo diga abiertamente, lo echará mucho de menos.
Hasta que ese momento llegue Carli seguirá dándolo todo por el club al llegó siendo un niño y en el que se hizo mayor. Continuará abriendo el Luis Oliver todos los días, llevará las riendas del mantenimiento y verá pasar a otros tantos jugadores. Una rutina diaria que le gusta, con la que disfruta y que le ha llevado a ser una de las personas más emblemáticas del Grujoan y del fútbol asturiano.